viernes, abril 27, 2007

LA REINA DE CARTAGO (IX).- A la búsqueda de soluciones.


Sofonisba pertenece al grupo de fenicios que huyeron de Tiro con la reina y su fortaleza física y la suerte la han ayudado a sobrevivir. Cuando salió de allí era ayudante de cocina, pero desde hace meses es la cocinera de la reina, un título que debe ser sometido a prueba, porque hasta ahora las oportunidades de lucirse han sido pocas. En las naves, la comida era escasa y se componía de galletas y tiras de carne seca, así que sólo cuando tocaban tierra podían encender fuego para asar liebres o venados y guisar verduras. Sin embargo, en todo ese tiempo Sofonisba no ha dejado de cocinar de noche: cerraba los ojos y en su imaginación repasaba los ingredientes de los platos más importantes, veía sus propias manos cortar, pelar, picar, atizar el fuego, rehogar, remover los guisos en las sartenes.

Desde la llegada a esta playa y la decisión de la reina de quedarse, muchas veces ha pensado que tarde o temprano habría de preparar un banquete para obsequiar a los libios. Quizá ese momento ha llegado ya y por eso la llama la reina. Acude al encuentro repasando mentalmente el posible menú.

- ¿Me has llamado, señora? – pregunta Sofonisba entrando en la tienda donde se había colocado, extendida sobre una mesa, la piel de toro regalada por Yarbas.

- Así es. ¿Qué te parece? – dice la reina extendiendo la mano para mostrarle la piel. Una pregunta un poco extraña, porque todo el campamento la ha visto. Los fenicios han quedado decepcionados por un regalo tan exiguo. Sofonisba observa la piel y la toca, pero no sabe qué responder.

- ¿Crees que podrías cortarla? – vuelve a hablar Dido.

- Claro que sí, mi reina – responde Sofonisba, acercándose más y palpando un extremo para calcular el grosor – Cualquiera puede hacerlo con un cuchillo bien afilado.

- Quiero que la cortes tú. El rey Yarbas ha prometido regalarnos la cantidad de tierra que abarque esta piel de toro. Y abarcará mucho más de cuanto vemos si la cortamos a tiras finas y las utilizamos como un cordel. Es un trabajo muy delicado y tú eres la persona más competente manejando el cuchillo.

Sofonisba reflexiona. Cortar la piel a tiras tiene sus inconvenientes: si luego han de unirse con nudos se perderá bastante. Y aún ve más dificultades.

- Al rey Yarbas no le va a gustar – dice Sonofisba – Incluso podría acusarte de usar más piel de la que te ha regalado. Sin embargo, podríamos evitar ese riesgo. Escucha, mi reina…
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- ¡Vamos! Conviene que tengamos el trabajo realizado antes de que apriete el calor – dice Nismacil a Anna y un pequeño grupo de muchachas. Salen del campamento de los fenicios muy temprano para ir a una loma cercana a recoger esparto y cuantas plantas de tallo largo puedan encontrar. La reina Dido ha urgido al cordelero Kostas a trenzar una cuerda tan fina y larga como le diga la cocinera Sofonisba y él, sabiendo que va a necesitar abundante material, ha pedido ayuda a las jóvenes. Nismacil las acompaña siempre. Sus artes guerreras y su destreza en el uso del arco hacen de ella una excelente protectora.

La loma está más concurrida de lo que creían. No sólo algunos fenicios han salido a cazar y andan buscando piezas entre los matorrales, sino que la propia reina está en la cumbre con unas cuantas personas. Las jóvenes se acercan tanto a ella, que oyen sus palabras.

- Según tú, Aemilius,– está diciendo la reina – esta loma es el lugar ideal para nuestra ciudad. Desde aquí se domina toda la llanura a nuestro alrededor y, desde luego, podríamos proteger los bosques, la playa y el futuro puerto.

- Y algo más importante que todo eso, señora – añade el noble Aemilius – No podemos dejarla sin ocupar de ninguna manera. Si nos asentamos abajo, en el llano, cualquiera que quisiera atacarnos ocuparía esta loma y tendría sobre nosotros una posición dominante. Estaríamos perdidos.

- Pues ya veis cuál es el problema – dice la reina a su grupo de acompañantes – Aunque cortemos la piel del toro a tiras finísimas, no será suficiente para rodear toda la loma. Y, lo que es peor, si lo consiguiéramos quedaríamos separados de la playa…

Llegado a este punto, una de las jóvenes del grupo recolector de plantas se acerca a ellos.

- Disculpa que me entrometa, señora, pero me gustaría estudiar este asunto.

- ¿Quién eres?

- Una de las muchachas que secuestraste en Chipre. Nismacil puede corroborarlo, porque estábamos juntas.

Un silencio absoluto acoge esta declaración. No fue un episodio digno ni grato, y no suele mencionarse. La reina ve ante sí a una joven alta y delgada, con largas crenchas sobre los hombros. Los rasgos de su cara son agradables y en ellos destacan los ojos oscuros y almendrados, llenos de vivacidad.

- Mi nombre es Teano, y antes de ser arrebatada a mi familia dedicaba gran parte de mi tiempo a estudiar bajo la dirección de mi padre. Él era una matemático famoso en toda Grecia, debes saberlo, y quizá yo lo hubiera sido también. Ya que has truncado mi porvenir, deja al menos que saque utilidad a mi ciencia.

- ¿Has comprendido el problema?- pregunta Dido.

- Eso creo. Quieres tener esta loma y, además, mantenerla unida a la playa – responde Teano mirando a los ojos a la reina – En definitiva, se trata de determinar cuál es la mayor cantidad posible de tierra que podemos abarcar con esa cuerda hecha de piel de toro.

- Si lo resuelves, te recompensaré muy generosamente. Díme qué necesitas.

- Tu promesa de dejarme volver a mi patria. Y, durante unos días, silencio y un poco de tranquilidad.

- Sea.
*, *** y ******Detalle de mosaicos. Museo Massimo alle Terme. Roma.
** Detalle de busto femenino. Museos Capitolinos. Roma.
****Detalle de un sarcófago. Museos Capitolinos. Roma.
*****Detalle de un relieve. Museos Capitolinos. Roma
NOTA: La relación de personajes y sus correspondientes enlaces se encuentra en el último post de la página.

martes, abril 24, 2007

LA REINA DE CARTAGO (VIII).- Regreso al campamento.


- Ayer estuve examinando los documentos de Xilón, el que fuera cronista de la reina Dido. Y debo decirte, señora Imilce, que estabas en lo cierto.
- ¿Respecto a qué? – Parepidemos ha venido a visitarme a casa de mi nuera y se ha sentado con nosotras en el patio. Karo ha traído una jarra de agua fresca con unas gotas de limón y el peregrino se bebe dos copas seguidas, como si viniera del desierto. O será que le da sed la lectura.

- Respecto a la importancia de las personas que rodeaban a la reina Dido. Un hombre muy meticuloso y erudito, ese Xilón. Y tan interesante como su hermano el filósofo… La curiosidad me llevó a buscar el pasaje relativo a la famosa cena que ofreció el rey Yarbas a Dido. Y me sorprendió.

- ¡Si lo dices por la piel de toro…!

- Sobre todo por la descripción que hizo del banquete, y en especial de la última parte, cuando ya los fenicios sabían que lo único que pensaba regalarles Yarbas era un mísero pedazo de tierra. Mira, he copiado un breve pasaje:

“(…) La reina dio entonces orden de actuar a las bailarinas y músicas, tal como tenía previsto hacer para obsequiar a Yarbas y los libios. Salieron ellas al salón, saludaron y se colocaron a un lado, dejando la parte central libre para el lucimiento de las bailarinas. Todos acogimos con gusto el espectáculo: los libios porque estaban confusos y avergonzados por el comportamiento mezquino de su rey, y les evitaba el tener que hablar con nosotros. Nuestro grupo, porque estábamos desolados y necesitábamos tiempo para asimilar lo ocurrido y rehacernos. La alegría de la música y la danza contrastaba con el estado general de ánimo y, sumidos en nuestros pensamientos, no le prestábamos demasiada atención.

De pronto, cesó la música durante unos instantes y se retiraron las bailarinas. Siguiendo las indicaciones de una de ellas, los sirvientes dispusieron en el suelo un gran círculo de lámparas de aceite y apagaron todas las restantes del salón. Comenzó a sonar un instrumento parecido al timbal, primero con un ritmo lento y luego, poco a poco, más rápido. Una figura se deslizó hasta el centro, ondulándose como las olas del océano. Iba cubierta por un extenso velo azul y sus manos y brazos lo movían de tal modo que parecía agitado por la brisa. Cada pocas evoluciones, sin que viéramos cómo, una parte del velo se desgajaba y caía al suelo, dejando al descubierto los brazos de la danzarina, y luego los hombros y los pechos y las caderas hasta que quedó por completo desnuda y el suelo cubierto de velos, como si fuera el mar. Durante el baile nadie pudo despegar los ojos de la bailarina, cuyo cuerpo se deslizaba entre las luces y sombras con la seducción y la belleza de una diosa. Al terminar su actuación y encenderse de nuevo todas las lucernas, la reina tenía los ojos brillantes y una expresión de dicha que nos hizo recobrar la esperanza.“


- Esa bailarina era Dincer – aclaro en cuanto Parepidemos concluye la lectura – Y esa danza, la que volvió loco de amor por ella al filósofo Filón.

- ¿No te das cuenta, señora Imilce, que fue precisamente la danza la que dio a la reina la idea para solucionar el problema? Fíjate bien en lo que dice Xilón: cuando concluye y se prenden las luces, la reina está contenta…

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Al día siguiente del banquete, por todas partes de la ciudad del rey Yarbas encuentran los fenicios signos de afecto e interés. Incluso cuando la reina sale de la posada, a media mañana, para visitar el templo de Hércules y otros lugares notables, mucha gente la rodea y la acompaña. Algunos niños corren delante abriéndole paso, otros se apresuran a avisar a sus madres para que se acerquen a verla. Dido no tiene prisa. Recorre varias calles, se detiene en las tiendas y habla con todos. Alertado el sacerdote de Hércules que la reina se dirige al templo, acude a la puerta.

- Es un honor recibirte aquí, señora.

- Es costumbre en nuestra tierra de orígen sellar los acuerdos realizando una ofrenda a los dioses – responde la reina –. Y para certificar que aceptamos el regalo de la tierra que abarque la piel de toro regalada por el rey Yarbas y compraremos toda la demás que nos sea necesaria, he venido a depositar nuestra ofrenda ante el altar de Hércules.

Y a una señal suya, se acercan dos de sus hombres llevando entre ambos un gran bulto tapado con una tela. Un tercero lo destapa y arranca entre el público una exclamación de asombro: ha quedado al descubierto una bandeja de oro de gran tamaño y, sobre ella, un magnífico jarro del mismo metal precioso.

El sacerdote de Hércules contrae el ceño y sus ojos se oscurecen de sorpresa y de ira. Alguien ha engañado a su sobrina Utyke, porque es evidente que los fenicios, aunque no tengan dinero, disponen de bienes para pagar las tierras.
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La reina Dido ha enviado mensajeros a su campamento de la playa, de modo que cuando ella y sus acompañantes llegan, el Príncipe del Senado, el noble Aemilius y otros colaboradores los esperan en una de las tiendas con agua, comida y mucha inquietud.

- No esperábamos una respuesta tan desfavorable del rey Yarbas – le manifiestan en cuanto los viajeros han descansado un poco.

- Es una situación desagradable, desde luego – responde la reina – porque es evidente que el rey no está a nuestro favor. Sin embargo, creemos tener una solución. Y, para llevarla a cabo con éxito, me he visto obligada a utilizar nuestra última baza: antes de dejar la ciudad de Yarbas, nos hemos dirigido al templo de Hércules y le hemos ofrendado la bandeja y la jarra de oro que aún nos quedaban del tesoro del templo de Melqart.

Para quienes habían permanecido en el campamento, la impresión es tan fuerte que se quedan sin habla. Hace unos años, cuando el hermano de la reina Dido trató de destronarla y, para evitar una guerra civil, decidieron huir de la ciudad de Tiro y adentrarse en los mares en busca de una nueva tierra, se llevaron consigo el tesoro del templo más importante de esa ciudad. No es una acción de la que pudieran sentirse orgullosos, pero había sido fundamental para su supervivencia, pues con ese oro han comprando alimentos, naves y suministros cada vez que les faltaba dinero. Ahora, no les queda nada más.

Ha sido necesario – añade el noble Acus –. Con esa ofrenda ha quedado sellado el pacto. Yarbas no podrá volverse atrás.
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- Un día hermoso – dice la reina Dido al noble Acus a la mañana siguiente, apenas sale de su tienda, donde ha dormido hasta más tarde de lo costumbrado. Anoche estaba agotada por el viaje y por la tensión de los días anteriores - ¿Han terminado ya los carpinteros?

- Ven y lo verás tu misma.


Bajo uno de los toldos, se han congregado varias personas. Su hermana Anna, Ula, Morgana y mucha gente menuda están allí, como si la mirada de una serpiente las hubiera encantado y clavado en el suelo. Rodean una especie de gran mesa hecha con tablones de madera. Y sobre ella brilla la piel de toro extendida. La han cepillado cuidadosamente eliminando de su superficie el polvo y las adherencias acumuladas por los años. En algunos puntos las polillas se han dado un banquete, pero en general presenta un buen estado. Fue un toro formidable, porque hasta las orejas son más grandes que las manos de un hombre. La reina pasa su mano por la piel.

- Bien. Es hora de que empecemos. Todo el mundo debe retirarse – y ante las protestas de su hermana y las demás muchachas, se muestra inflexible. Sólo tendrán acceso a la tienda las personas que ella autorice. Y volviéndose hacia el noble Acus, le da una orden:

- Que vengan enseguida un cordelero y mi cocinera Sofonisba.

*Detalle del busto de Bruto. Museo Capitolinos. Roma.
**Detalle de fresco en la Villa de los Misterios. Pompeya.
*** Detalle constructivo. Termas de Caracalla. Roma.
****Detalle de escultura masculina. Museo Centrale Montemartino. Roma.
***** Diseño del fronto de un templo. Museo Centrale Montemartino. Roma.
******Detalle de Mosaico. Termas de Caracalla. Roma
*******Detalle de suelo cosmatesco. San Juan de Letrán. Roma.

NOTA.- Al final del último post se encuentra una relación por orden alfabético de los personajes de esta historia, así como los enlaces a las páginas de los participantes.







viernes, abril 20, 2007

LA REINA DE CARTAGO (VII).- Una piel de toro.

- He de reconocer el éxito de tu intervención con Yarbas, querida Utyke – dice a su sobrina el sacerdote de Hércules –. De hecho, el rey me ha confirmado su decisión de seguir tu consejo para imposibilitar a los fenicios el quedarse en nuestra costa. No sabes cuán satisfecho estoy.

Utyke irradia alegría y no oculta su satisfacción. Están tomando la colación de la noche en el comedor de la casa del sacerdote, con quien vive Utyke desde hace dos años. Se quedó huérfana en la niñez y se crió en el palacio real, pues su madre era pariente lejana de la madre de Yarbas. Sin embargo, al convertirse éste en rey y ella en una joven casadera, el decoro exigió que se trasladase a vivir con su tío. Este cambio fue un duro golpe para ella. No lo esperaba.

También el sacerdote de Hércules había pensado que Yarbas se casaría con su sobrina y en ello fundaba muchas expectativas. El rey era un hombre temible por su genio, pero ese mal carácter ocultaba indecisión y tozudez. Alguien con la habilidad suficiente, podría manejarlo. Y no le cabía la menor duda de que su sobrina sería la persona idónea. De hecho, tío y sobrina se sienten muy unidos y, sin necesidad de darse mutuamente explicaciones, persiguen un objetivo común: apoderarse de la voluntad del rey y disponer del gobierno a su antojo. Sin duda, este éxito de Utyke jugará a favor de ambos.

- Ya te anticipé, tío, que lograría convencerlo. Tiene tendencia a complacer a sus súbditos, así que lo he persuadido de que puede contentarlos donando una porción de tierra a los fenicios y vendiéndoles el resto por un precio alto – Utyke se inclina un poco sobre la mesa para acercarse más a su tío y baja la voz. – Lo que aún no sabe Yarbas es la porción tan pequeñísima de tierra que le va a regalar a esa Dido.

- ¿Pequeñísima? Querida mía, tampoco hace falta exagerar.

- Quiero asegurarme de que la fenicia no podrá comprar las tierras y no tendrá más remedio que irse. Y para eso necesito tu ayuda.

- Cuenta con ella. ¿De qué clase de ayuda se trata?

- ¿Recuerdas la vieja piel de toro que tenía mi padre en su alcoba? La utilizaremos. ¡Sólo necesitamos un poco de imaginación!

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La reina Dido se encuentra ya en la ciudad del rey Yarbas. Hace dos días ha dejado el campamento de la playa bajo la dirección del Príncipe del Senado y emprendido el camino acompañada de un buen número de colaboradores y amigos, invitados todos ellos al banquete de Yarbas. El rey no ha tenido la gentileza de ofrecerle alojamiento en su palacio, así que han ocupado un par de posadas.

Los fenicios esperan que el rey Yarbas les ceda la tierra para fundar su ciudad. Esa ha sido la petición que le han hecho los mercaderes libios, quienes confían en que el rey atenderá su propuesta, pues para el monarca significa muy poco ceder terreno a cambio de contar en las proximidades con un puerto y una ciudad que harán florecer el comercio: es un pacto que beneficia a todas las partes.

Así, con esa confianza, los acompañantes de Dido procuran ofrecer su mejor aspecto. La reina no está en condiciones de obsequiar a Yarbas con bienes materiales, pero estima en mucho el valor de la inteligencia y lleva con ella buenos representantes: los griegos Xilón y Filón, el noble Acus y su esposa Diana, el cartógrafo Igres, un hombre muy viajado. También el actor Anarkasis resulta buen conversador, sobre todo cuando narra las historias de su tierra. La presencia de Palemón garantiza un buen entendimiento con los mercaderes locales y, además, piensa regalar los oídos y los ojos de los asistentes con la música y la danza que van a interpretar las muchachas de la isla de Chipre.

La reina ha traído consigo a la nodriza Barce, pues aunque el camino podía resultar penoso para la anciana, Dido deseaba tenerla a su lado.

- Nadie me peina y me embellece mejor que tú, Barce querida – había argumentado la reina – y conoces tan bien como yo la importancia del aspecto. ¡Mírame! Después de tanto tiempo en el mar, mi piel está demasiado curtida, mi cuerpo flaco…

- Tus ojos no han perdido brillo ni agudeza, niña mía – respondió Barce – y te aseguro que, ahora que has descansado unos días, estás mucho mejor. Sigues siendo hermosa… Pese a todo, ahora mismo le pediré a Morgana que prepare algunos de sus ungüentos para suavizar la piel y dar lustre al cabello.

Estos remedios ha producido buenos efectos y cuando Dido se presenta con sus acompañantes en el palacio del rey Yarbas, ataviada con una túnica plisada de lino, la diadema de oro sobre la frente y su manto púrpura, está esplendorosa. Los años han dotado su rostro de madurez y dignidad, las penurias pasadas le añaden hondura. Hay seguridad y majestad en sus gestos sin que resulten altivos, porque proceden de la autoridad y la experiencia. Ha sufrido. Y ese conocimiento del dolor la humaniza y, al mismo tiempo, la eleva. Cuando entra en el salón donde la esperan el rey y los dignatarios libios, se produce un silencio admirado. Al ser presentada, Dido tiene para todos sonrisas y palabras amables, les da a entender que ha sido informada de sus actividades y las aprecia. Los libios se rinden a sus encantos.
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Concluido el banquete, cuando comienza el tiempo de las conversaciones, el entretenimiento y la bebida, la reina aborda el tema principal: su deseo de fundar una nueva ciudad en la costa, en las tierras del rey Yarbas, si éste lo autoriza. Toma entonces la palabra el sacerdote de Hércules.

- A nuestro rey le complace mucho tu demanda, reina Dido. Y quiere demostrarte su aprecio. Como seguramente sabrás, en esta tierra veneramos a Hércules, de cuyo culto soy sacerdote supremo.
- Sin duda os es propicio si hemos de juzgar por vuestra riqueza y prosperidad – responde la reina –. Tened por cierto que también nosotros lo veneraremos.

- Nos satisface tu buena disposición, pues Hércules pisó con sus plantas esta tierra. Cuando viajaba hacia Grecia llevando consigo las reses del rey Geríones, los caprichos del viento lo trajeron aquí. Se detuvo durante unos días mientras el rebaño descansaba y, cuando se disponía a reanudar el viaje, uno de sus toros, quizá el más noble de la manada, se resistió a moverse. Hércules, viendo que el animal deseaba permanecer en este lugar y considerando que su actitud obedecía a algún designio divino, decidió sacrificarlo a Júpiter. Así lo hizo sobre uno de los peñascos que emergen del mar junto a la playa donde tú misma y tus hombres estáis acampados. Ofreció su sangre, quemó el hígado y luego lo desolló él mismo y curtió la piel.

Durante este discurso, en el salón del banquete nadie se mueve. Muchas caras muestran asombro, pues ni los propios libios han oído nunca esta historia. Los fenicios no están menos expectantes, sin saber a dónde irá a parar el sacerdote. La reina no abandona su sonrisa.

- En señal de acogimiento y amistad, nuestro rey Yarbas desea regalarte esa piel sagrada, reina Dido –. Y a una señal suya, entran en el salón seis esclavos llevando en sus manos una gran piel de toro, completamente negra, en la que se aprecia la cabeza, las patas y el rabo. Es una piel hermosa, aunque se ve que no es antigua. La reina Dido se declara emocionada y expresa al rey su gratitud por un regalo tan valioso.



- Mi obsequio no concluye ahí, honorable y dignísima reina – responde el rey Yarbas – Dado su carácter sacro, he decidido regalarte el trozo de tierra que abarque esa piel de toro, en el lugar que tú quieras. En cuanto al resto de tierra que precises para tu ciudad, ten la completa seguridad de que no me aprovecharé de ti, sino que te la venderé al precio que marca el mercado.

Un silencio opresivo acoge estas palabras. Se tratará de mucho dinero, algo que no poseen los fenicios. Éstos se quedan pálidos mientras los mercaderes libios están desconcertados y el sacerdote de Hércules y su sobrina Utyke a duras penas pueden contener su alborozo. Han dado en el blanco: los fenicios se miran entre sí; han quedado rotos, destrozados y sin capacidad de reacción, con sus ánimos flotando a la deriva como las naves desarboladas por una tormenta. Sólo la reina permanece con el rostro inmutable. Hasta que, de pronto, asombra a los presentes levantando su voz armoniosa :
- Acepto tu oferta, rey Yarbas – dice –. Y ahora, para celebrar este acuerdo, disfrutemos de la música y la danza.

*Detalle de figura masculina. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
**y ****Detalles de ribazo y árboles en la colina del Aventino. Roma
***Detalle de cabeza femenina. Museos Capitolinos. Roma.
*****Detalle de retrato del emperador Cómodo ataviado como Hércules. Museos Capitolinos. Roma.
******Detalle de relieve de un sarcófago. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
NOTA 1.- Los lectores que deseen leer la primera parte de la historia, pueden buscar en el archivo del mes de marzo y obtener todos los capítulos seguidos marcando, al final del post “Dido y Eneas (XX), en Etiqueta: Dido y Eneas. Salen en orden inverso.

NOTA 2.- Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes al final del último post de la página.
  • ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
  • ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
  • AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
  • AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
  • AMNERIS, la tejedora, hija del cartógrafo Igres y la guerrera Nismacil. (Paula)
  • ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
  • ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
  • ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
  • ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
  • BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
  • CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios, interesado en la obra de la señora Imilce. (Joaquín)
  • CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
  • CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
  • CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
  • CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
  • CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
  • COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
  • CRISEA, una vestal. (Krisish)
  • CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
  • DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
  • DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
  • DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
  • DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
  • EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
  • EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
  • ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
  • FILÓN, un filósofo cínico, hermano de Xilón y abuelo de Jacinta. (Gregorio Luri)
  • GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
  • ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
  • IGRES, Un cartógrafo mestizo, esposo de la guerrera Nismacil y padre de Amneris, la tejedora. (Sergi Bellver)
  • IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
  • ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
  • JACINTA, artesana de vasijas de arcilla, nieta de filósofo Filón. (Ontokita)
  • JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
    KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
  • KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
  • MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
  • MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
  • MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
  • NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
  • NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
  • NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
  • NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
  • NISMACIL, guerrera oriental, esposa del cartógrafo Igres y madre de Amneris, la tejedora. (Aurefaire)
  • NUERA DE la señora Imilce (Bettina perroni)
  • PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
  • PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
  • PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
  • PITONISA de un oráculo. (Badanita)
  • PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
  • SACERDOTE DE HÉRCULES, MALO, malísimo. (El hippie viejo)
  • SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
  • SAO, una ninfa. (Irene)
  • SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
  • SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
  • SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
  • SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
  • SOFONISBA, JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
  • TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
  • TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
  • ULA, amiga de Dido. (Ula)
  • UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
    UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
  • UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
  • UNA PIEL DE TORO. (Carlos a. gamboa)
  • UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
  • VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
  • XILÓN, maestro griego, hermano de Filón y cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
  • YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
  • ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)
  • martes, abril 17, 2007

    LA REINA DE CARTAGO (VI).- Compás de espera

    Ahora que está avanzada la primavera y en la plazuela del granado el sol calienta con más fuerza, acuden a nuestras reuniones muchas personas ancianas. Suelen reservarme el banco bajo el árbol y los demás se sientan alrededor en sus asientos plegables. Hay bastante animación.

    Apenas mi ayudante Karo, puesto en pie sobre el banco, acaba de leer el último fragmento de mi texto, se forma una revolución. El rey Yarbas no goza de mucha simpatía entre nosotros, pero la noticia de que Utyke y su tío, el sacerdote de Hércules, lo hubieran azuzado contra los fenicios, aún les ha disgustado más. Se alzan varias voces exigiendo saber de inmediato qué maldades idearon.


    - La señora Imilce no puede escribir su historia más deprisa – declara Karo a voz en grito y con tanta energía, que se impone el silencio – Su cabeza no cesa de trabajar, pero a mí me resulta imposible seguirla y copiar a todas horas. Además, a ella le gusta repasar lo escrito, reordenar la ideas y enmendar todo lo que le parece mal. Y a esto debe añadir los datos e ideas que vosotros mismos le vais dando. ¡Es un trabajo enorme para una anciana!

    Bajo modestamente los ojos. No me disgusta que de vez en cuando se produzca un pequeño revuelo como éste. Significa que mi trabajo interesa y hasta apasiona a los cartagineses. Eso me halaga, desde luego. Y me permite también hacer pequeñas disgresiones respecto al tema principal.

    - Fue precisamente en la cena que el rey Yarbas ofreció a la reina Dido y los fenicios, cuando tus abuelos se enamoraron – digo dirigiéndome a Jacinta. Ella asiente con la cabeza y se sonroja un poco.

    - ¡Hasta en esa materia el filósofo Filón fue un personaje singular! – afirma Parepidemos Samosatense con orgullo.

    Cuando llegó a Cartago todo el mundo miraba con recelo a este hombre, un peregrino, como a él le gusta definirse. No entendíamos muy bien qué clase de peregrinaje era el suyo, porque en lugar de túnica y sandalias polvorientas y barbas sucias, propias de quien anda aquí y allá por los caminos, va siempre acicalado como si fuera a una fiesta. Afirma estar recorriendo el mundo persiguiendo la verdad. ¡Como si la verdad fuera una liebre! Aparte de esa extravagancia, es un tipo simpático.

    - He solicitado al gobierno de Cartago examinar los documentos que se conservan de Xilón, el que fuera cronista de la reina Dido – prosigue Parepidemos –. Quiero saber si en ellos se recogen noticias del pensamiento y los hechos de su ilustre hermano, el filósofo Filón de quien estamos hablando. Os informaré de lo que encuentre.

    - Y a nosotros ¿qué nos importa? –pregunta una voz entre el público – sólo nos interesa nuestra reina.

    - ¡Claro que nos importa! – respondo yo misma - ¿Cómo podríamos conocer a Dido sin saber nada de quienes la rodeaban? ¿Creéis que en su vida careció de importancia el afecto de la nodriza Barce o el amor de su hermana? ¿Acaso llegó ella sola hasta aquí? ¿No la ayudó Teano, matemática insigne, a trazar los límites de la ciudad? ¿Serían tan famosas nuestras murallas sin el trabajo de Aemilius? Y hasta Utyke, de cuyas aviesas intenciones os habéis quejado, contribuyó a crear nuestra Cartago: sin su oposición a Dido, quizá tendríamos una ciudad diferente.

    - En cuanto a los amores del filósofo Filón y la danzarina Dincer, abuelos de Jacinta aquí presente, os diré algo – añado tras hacer una pausa –: creo que a la reina Dido la conmovieron mucho. Después de tantos años de viudez, le hicieron añorar las dulzuras del matrimonio. Placeres embellecidos sin duda por el recuerdo, porque apenas había tenido tiempo de catarlos cuando su esposo Siqueo fue asesinado. La reina se ablandó. Y el dios Cupido, hallando su corazón tan propicio, en lugar de rozarlo apenas con la punta de su flecha para encenderlo de amor, lo atravesó sin piedad de parte a parte. ¡Quieran los dioses librar a todos los presentes de un mal semejante!

    - No creo que este auditorio de ancianos corra mucho peligro, señora Imilce –dice Karo por lo bajo.

    - ¡Vas listo si te crees que la edad nos protege de las pasiones...!
    ----

    ----

    - Lo se muy bien, Utyke – dice el rey Yarbas, sentado al lado de la joven en el patio de su palacio, mientras varios criados los rodean para atenderlos.

    - Entonces, no permitas a los fenicios asentarse en tus tierras. Nadie puede obligarte a actuar contra tus intereses. Eres el rey.

    - No es tan sencillo negarse. ¿Por qué crees que estoy disgustado? Los comerciantes y artesanos apelan precisamente a mi interés para que autorice a los fenicios a fundar una ciudad. Alegan que se incrementará tanto el comercio que los impuestos que ellos me pagan por ejercerlo pueden verse quintuplicados.

    - De nada te servirá ganar grandes sumas de dinero, mi rey, si metes a un enemigo en casa – responde Utyke –. ¿Crees que esa Dido, una mujer sin patria, se conformará con una sola ciudad? En cuanto adquiera fuerza, enviará contra ti un ejército.

    - ¿Piensas que mis súbditos darían crédito a ese argumento? ¡Utyke, tú vives, como yo, en esta ciudad...! Me responderán que no puedo gobernar apoyándome en conjeturas y suposiciones. Que los fenicios son un pueblo comerciante y pacífico y, hasta ahora, no han movido guerras contra sus vecinos. Algunos nobles están esperando un error mío para derrocarme. Estoy en un callejón sin salida. ¡Maldita sea esa Dido...! Ha sido muy astuta al conquistar la confianza de mi pueblo.
    Con estas últimas palabras, el rey Yarbas se ha puesto en pie violentamente y su asiento ha caído al suelo detrás de él. La boca está más apretada que nunca y se ha convertido en una raya fina como un hilo. Sus criados ni siquiera se atreven a acercarse para levantar del suelo la silla. Utyke permanece callada rumiando sus propios pensamientos y cuando siente que la respiración agitada del rey se ha calmado de nuevo, toma la palabra.

    - A la astucia de esa reina podemos oponer la nuestra.

    Yarbas la mira fijamente y la ve sonreír, distendida y casi juguetona. Ella mueve la cabeza para hacer caer sobre su hombro su cabellera negra, brillante como la plata bruñida. Levanta hacia el rey los ojos con cierta coquetería, y añade:

    - Me he informado bien. Los fenicios llevan varios años vagando por los mares y no tienen dinero. Puedes hacer lo siguiente: regálales una porción de tierra, una cantidad insuficiente para una ciudad. Ello demostrará ante los comerciantes y artesanos que tienes buena fe y deseas que se queden. Y por el resto de la tierra que necesiten, pídeles un precio elevado. Es lícito que vendas tus tierras y les saques provecho, nadie podría reprochártelo.

    - ¿Y entonces...?

    - Con tal de no reconocer que es más pobre que las ratas, a esa tal Dido le faltará tiempo para marcharse poniendo mil excusas. Tú no le habrás negado nada: será ella misma quien renuncie.

    - ¿Y cómo justificaré el donarle poca tierra, cuando todo el mundo sabe que dispongo de mucha?

    - Eso déjalo de mi cuenta.

    * Detalle de relieve. y ** detalle de cabeza femenina. Museo Centrale Montemartino. Roma.
    *** Escultura masculina. Pompeya.
    **** Detalle de columna estriada. Pompeya.
    *****Detalle de cabeza de Constantino. Museos Capitolinos. Roma.
    ******Detalle de cabeza de amazona. Museos Capitolinos. Roma.
    *******Sombras de columnas sobre el pavimento. Pompeya.
    NOTA .- Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes.
  • ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
  • ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
  • AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
  • AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
  • AMNERIS, la tejedora, hija del cartógrafo Igres y la guerrera Nismacil. (Paula)
  • ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
  • ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
  • ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
  • ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
  • BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
  • CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios, interesado en la obra de la señora Imilce. (Joaquín)
  • CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
  • CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
  • CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
  • CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
  • CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
  • COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
  • CRISEA, una vestal. (Krisish)
  • CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
  • DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
  • DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
  • DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
  • DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
  • EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
  • EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
  • ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
  • FILÓN, un filósofo cínico, hermano de Xilón y abuelo de Jacinta. (Gregorio Luri)
  • GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
  • ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
  • IGRES, Un cartógrafo mestizo, esposo de la guerrera Nismacil y padre de Amneris, la tejedora. (Sergi Bellver)
  • IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
  • ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
  • JACINTA, artesana de vasijas de arcilla, nieta de filósofo Filón. (Ontokita)
  • JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
    KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
  • KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
  • MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
  • MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
  • MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
  • NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
  • NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
  • NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
  • NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
  • NISMACIL, guerrera oriental, esposa del cartógrafo Igres y madre de Amneris, la tejedora. (Aurefaire)
  • NUERA DE la señora Imilce (Bettina perroni)
  • PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
  • PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
  • PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
  • PITONISA de un oráculo. (Badanita)
  • PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
  • SACERDOTE DE HÉRCULES, MALO, malísimo. (El hippie viejo)
  • SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
  • SAO, una ninfa. (Irene)
  • SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
  • SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
  • SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
  • SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
  • SOFONISBA, JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
  • TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
  • TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
  • ULA, amiga de Dido. (Ula)
  • UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
    UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
  • UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
  • UNA PIEL DE TORO. (Carlos a. gamboa)
  • UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
  • VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
  • XILÓN, maestro griego, hermano de Filón y cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
  • YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
  • ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)
  • miércoles, abril 11, 2007

    LA REINA DE CARTAGO (V).- Señales desfavorables.


    Los fenicios han montado toldos en la playa, apoyados en las naves, para proteger del sol sus bienes y donde acaba la arena, en el borde del bosque de pinos, han levantado varias tiendas bajo las cuales se cobijan y descansan de noche.

    Junto a un promontorio rocoso que penetra en el mar y separa las dos playas, la vestal Crisea ha construido un altarcillo y lo ha consagrado a Juno. Cada mañana, al amanecer, le ofrece un sacrificio acompañado por la música de una flauta de caña que hace sonar Dada, una de las doncellas raptadas. Los sonidos armoniosos llegan hasta el campamento y, a su llamada, se levantan del lecho los fenicios y abre los ojos la diosa Juno.

    Desde las alturas, la reina de las diosas contempla la hermosura de ese trozo de tierra que brilla como una joya en el mar. Dirige la mirada luego hacia la reina Dido y aprueba sus afanes y trabajos para fundar aquí la ciudad cuya protección le ha encomendado. Ve dos naves examinando por mar los contornos de la península y a un pequeño grupo explorando el terreno tierra adentro. En cuanto a los demás fenicios, como una fila de hormigas vienen y van desde el alba por el camino que une la playa con la ciudad del rey Yarbas. Juno se siente complacida viendo todo esto. Cuanto más lo mira, más le agrada el lugar y las gentes que la invocan. Incluso en el futuro - piensa - podría dejar aquí su carro cuando no lo utiliza.

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    ----

    A media mañana, la reina Dido se reúne una vez más con sus consejeros y amigos para escuchar sus informes. Bajo la dirección del cartógrafo Igres ha quedado completamente dibujada y estudiada la costa y también la exploración por tierra es satisfactoria.

    - Desde el punto de vista defensivo – dice el noble Aemilius a la reina – este lugar es excelente. Existen varios manantiales de agua dulce, dos playas practicables donde podríamos construir un puerto y, sobre todo, señora, levantando una muralla en el istmo que une a tierra la península, quedaríamos perfectamente aislados. En resumen, tendríamos una ciudad abastecida de agua, con abundantes recursos naturales y fácil de defender.


    - ¿Qué ambiente se respira en la ciudad, Palemón? – pregunta entonces la reina, mirando al comerciante griego.

    - Hemos alabado mucho sus productos, mi reina – responde Palemón – y no tienen queja, desde luego. Están satisfechos por las cantidades de trigo, carnes y otros alimentos que les hemos adquirido para nuestro consumo. Y les ha entusiasmado la idea de que les compremos mucho más para comerciar con otras ciudades costeras. Te habría gustado ver la cara que han puesto los alfareros cuando les hemos dicho la cantidad de ánforas que necesitaríamos para transportar el grano en nuestras naves...

    - Y tú Acus ¿qué impresión has sacado? ¿Piensas que el pueblo nos sería favorable?


    - Los comerciantes y artesanos están contentos, mi reina. Han comprendido los beneficios que les reportaría nuestra presencia permanente aquí. La proximidad de un puerto les abre nuevos caminos y perspectivas para dar salida a sus productos. Tienen telas, marfiles, lapislázuli y oro, tejen bellas alfombras y sus vajillas son famosas, aunque muchas piezas se rompen durante el viaje por tierra, perjudicándoles gravemente. Han visto la posibilidad de producir mucho más y vender el triple. Saben que, a su vez, podrían obtener a buen precio muchas mercaderías cuyo transporte por vía terrestre las encarece mucho en la actualidad. Son favorables a nosotros y, si su rey Yarbas los escucha, sin duda se avendrá a que fundes aquí una ciudad.

    - Sin embargo, no todos nos apoyan – interviene el Príncipe del Senado –. He constatado que entre la clase dirigente hay desconfianza.

    - ¿Puedo saber por qué?

    - Su dominio se basa en la propiedad y explotación de la tierra, y no ven con buenos ojos que otros conciudadanos puedan enriquecerse con el comercio y hacerles sombra. Esto debilitaría su influencia sobre el rey, un aspecto de crucial importancia, porque desean que el gobierno de la ciudad siga beneficiando a sus intereses. Encontrarás en ellos una firme oposición. En cualquier caso, señora, hemos de intentarlo.

    - Estoy decidida, querido amigo – afirma la reina – y creo que lo podemos conseguir. Yarbas ya conoce la petición que voy a hacerle y habrá pulsado la opinión de unos y otros. Creo que estamos preparados para asistir con tranquilidad al banquete oficial al que nos ha invitado.

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    No sólo la nobleza libia tiene objeciones a la presencia de los fenicios en su costa. Para Utyke, sobrina del todopoderoso sacerdote de Hércules, hay también otras razones: desde hace mucho tiempo desea convertirse en la esposa de Yarbas y, aunque guarda para sí sus sentimientos y sus planes, está segura de que su tío abriga idénticos deseos. E intuye que la presencia de la fenicia Dido podría ponerlos en peligro.

    - ¿Has sondeado al rey? ¿Qué ha dicho? – pregunta a su tío apenas éste cruza el umbral de su casa.

    - No me ha dado una respuesta clara. Pero su actitud no me gusta.

    - ¡Estúpidos fenicios! Han venido en mala hora – dice sin ocultar su irritación. Sus ojos oscuros echan chispas de ira – ¿Han de venir extranjeros a echarnos de nuestra casa? ¿Qué tienen ellos que ver aquí? ¿Y qué clase de zorra es su reina?


    El sacerdote de Hércules mira a su sobrina. Es una mujer joven, de indudables atractivos y fuerte personalidad. No es novedad que exhiba algo de mal genio, pero nunca hasta ahora se había mostrado celosa. Se da cuenta, de pronto, que Utyke ve su posición amenazada, un aspecto en el que él mismo no había pensado. Según le han informado quienes acompañaban al rey el día de su encuentro con Dido, aquel no dio signos de experimentar por la reina la menor simpatía. Sin embargo, no conviene fiarse. En toda la ciudad se habla de ella como una mujer admirable y hermosa, aun cuando nadie la ha visto. Y aunque no lo fuera, una mujer decidida siempre supone un peligro.

    - No consentiré que se quede – afirma Utyke.

    - ¿Cómo podrías impedirlo? – le responde el tío – Es imposible oponerse a la voluntad de Yarbas. Y si él decide permitir a los fenicios que se asienten…

    - Si no te ha contestado, es porque duda. Esa duda es mi oportunidad. Haré que la balanza en la que está pesando su decisión se incline del lado que me conviene…

    El sacerdote de Hércules enarca las cejas, en un signo de duda acerca de la capacidad de su sobrina para imponer sus opiniones al rey. Sin embargo, ella yergue la cabeza y esboza una sonrisa mientras dirige hacia él su dedo índice:

    - Me he criado con Yarbas, no lo olvides.




    *Templete adosado a una pared. Ostia.
    ** Detalle de pintura mural. Museo Massimo alle Terme. Roma.
    *** Detalle de relieve en un ara. Museo Termas de Diocleciano. Roma
    **** Logia de una casa. Ostia.
    *****y******* Detalles de suelos cosmatescos. Basílica de San Juan de Letrán. Roma.
    ******Detalle de figura femenina. Agripina la Menor. Museo Centrale Montemartino. Roma.



    NOTA 1.- Los lectores que deseen leer la primera parte de la historia, pueden buscar en el archivo del mes de marzo y obtener todos los capítulos seguidos marcando, al final del post “Dido y Eneas (XX), en Etiqueta: Dido y Eneas. Salen en orden inverso.

    NOTA 2.-
  • SOFONISBA, JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago ha comenzado ya a realizar los primeros preparativos para el gran banquete con que la reina recibirá al troyano Eneas. Quien quiera husmear por la cocina pede hacerlo ya, siempre sin meter el dedo en los platos...


  • NOTA 3.- Algunos amigos participan de esta historia con diversos personajes. Para facilitar la comprensión de cada post, se incluye la lista por orden alfabético de personajes. A continuación, entre paréntesis, están los nombres de los amigos bloggeros.

  • ACATES, amigo del alma de Eneas. (Eggy)
  • ACUS, hijo mayor del príncipe del Senado y Jefe de la expedición de Dido. (Acus)
  • AEMILIUS, director de las obras de la muralla de Cartago. (Unjubilado)
  • AMILCAR, timonel de la nave de Dido. (Edem)
  • AMNERIS, la tejedora, hija del cartógrafo Igres y la guerrera Nismacil. (Paula)
  • ANARKASIS, actor. (Anarkasis)
  • ANNA, hermana de la reina Dido. (Bethania)
  • ANQUISES, padre de Eneas. (Juan)
  • ASCANIO, hijo de Eneas. (Ferípula)
  • BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido. (Leodegundia)
  • CAIUS PERTINAX, un hombre de negocios, interesado en la obra de la señora Imilce. (Joaquín)
  • CALIBÁN, un personaje enigmático. (Gonzalo)
  • CARMINIS, pintora de éxito. (Carmen)
  • CIRENE, la viajera troyana, madre del poeta Trailo. (Lady Read)
  • CLAUDIO APOLLIONI , esclavo y pedagogo. (Juanmb)
  • CLOANTO, un troyano. (Rafael p.q.)
  • COPA DE ORO del padre de la reina Dido. (Tony)
  • CRISEA, una vestal. (Krisish)
  • CUPIDO , dios del amor, hijo de la diosa Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice)
  • DADA, un personaje de oriente. (Ixchel)
  • DIANA, esposa de Acus y amiga de Dido. (Claullitriche)
  • DINCER, una bailarina oriental. (Ximena)
  • DEMETRIUS PEDER, un escultor griego. (Pru)
  • EL TIEMPO, el viento y el agua. (Manuel)
  • EOLO, dios de los vientos. (Gloria de Un cajón revuelto)
  • ESPÍRITU invisible, protector de la nave de Dido. (Cieloazzul)
  • FILÓN, un filósofo cínico, hermano de Xilón y abuelo de Jacinta. (Gregorio Luri)
  • GABRIEL, vigía de navío de la reina Dido.(Iralow)
  • ICARUS, lugarteniente y consejero de Eneas. (Javier)
  • IGRES, Un cartógrafo mestizo, esposo de la guerrera Nismacil y padre de Amneris, la tejedora. (Sergi Bellver)
  • IRIS, mensajera de los dioses. (Fortunata)
  • ISKIAS , amazona, guardaespaldas de Dido y Anna. (Lady Zurikat)
  • JACINTA, artesana de vasijas de arcilla, nieta de filósofo Filón. (Ontokita)
  • JUNO, diosa esposa de Júpiter y protectora de Dido.(Gabu)
    KARO, escribiente de la señora Imilce. (Antonio Portela)
  • KOSTAS, cordelero amigo de Imilce. (Kostas h.)
  • MERCURIO, mensajero de los dioses. (Marelyt)
  • MOOK, perro de la reina Dido. (Movie)
  • MORGANA, una hechicera siria. (Morgana)
  • NÁUFRAGO, náufrago enamoradizo. (Tinta del corazón)
  • NAUSICAA, hija del rey de los feacios. (Nausicaa)
  • NEOPTOLEMO, hijo de Aquiles. (Aquiles)
  • NEPTUNO, dios de los mares. ( Antonia Romero)
  • NISMACIL, guerrera oriental, esposa del cartógrafo Igres y madre de Amneris, la tejedora. (Aurefaire)
  • NUERA DE la señora Imilce (Bettina perroni)
  • PALEMON, comerciante griego con productos de oriente. (Adrià Urpì)
  • PALINURO, piloto de la nave de Eneas. (Luis Rivera)
  • PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino. (Charles de Batz)
  • PITONISA de un oráculo. (Badanita)
  • PRINCIPE DEL SENADO, Jefe del Senado de Tiro y luego de Cartago. (Angelusa)
  • SACERDOTE DE HÉRCULES, MALO, malísimo. (El hippie viejo)
  • SALMA, Esclava oriental. (Gloria de Ojos de miel)
  • SAO, una ninfa. (Irene)
  • SEÑORA IMILCE, impulsora, narradora y corazón de esta historia. (Almena)
  • SERVULO, joven esclavo, copero de la reina Dido. (Felipe Servulo)
  • SIQUEO , sacerdote de Melqart y esposo de Dido. (Pedro (glup))
  • SIRIO, gato de Anna. (Sirio)
  • SOFONISBA, JEFA DE COCINA del palacio de la reina Dido en Cartago. (Charo Marco)
  • TEANO, matemática muy reputada. (Miriam g.)
  • TRAILO, poeta troyano e hijo de Cirene la viajera, narrador de parte de esta historia. (Grimalkin el bardo)
  • ULA, amiga de Dido. (Ula)
  • UN ARBOL un tanto especial. (Goathemala)
    UN CANGREJO en cualquier playa. (Cangrejo sedentario)
  • UN GRAN MATORRALaromático a la entrada de una cueva. (Rosa Silverio)
  • UNA PIEL DE TORO. (Carlos a. gamboa)
  • UTYKE, sobrina del sacerdote de Hércules. (Nina)
  • VENUS, diosa del amor, madre de Cupido y Eneas. (Elisa de Cremona)
  • XILÓN, maestro griego, hermano de Filón y cronista de la familia de la reina Dido. (Fernando Sarriá)
  • YARBAS, rey pretendiente de Dido. (Kurtz)
  • ZOE, prostituta con vocación de libertad. (Zoe favole)


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