martes, noviembre 14, 2017

LO QUE CUENTAN LOS MITOS.... EN MURCIA y también en BARCELONA


En nuestra sociedad hay una tendencia generalizada a considerar los mitos como invenciones muy antiguas que, al haber sido creadas y creídas por pueblos ya desaparecidos, carecen de vigencia y de interés en nuestros días, o, para decirlo con una palabra y un concepto dominante, no tienen ninguna “utilidad”.Con todo, cabe preguntarse ¿Conocer los mitos nos sirve hoy?

El próximo jueves, 16 de noviembre, la sección de Murcia de la SEEC organiza una conferencia en la que trataré de dar respuesta a esta pregunta. Será en la Facultad de Letras de la UMU, Aula Antonio Soler, a las 18 horas. ¡Estáis todos invitados!

Entrada libre hasta completar aforo.


Y como también existen mitos modernos sobre los cuales hay mucho que reflexionar, quienes estén en Barcelona o sus alrededores tienen la oportunidad de asistir a la presentación del libro "MIEDO Y DESEO. Historia cultural de Drácula (1897)", de Alejandro Lillo. Será en la Libreria Gigamesh, carrer de Bailèn, 8, de Barcelona a las 19 horas. Aquí os dejo la invitación.





lunes, octubre 30, 2017

MONSTRUOS CHUPADORES DE SANGRE


 “Hay unos pájaros voraces (…) Tienen una cabeza grande, ojos fijos, picos aptos para la rapiña, las plumas blancas y anzuelos por uñas. Vuelan de noche y atacan a los niños, desamparados de nodriza, y maltratan sus cuerpos, que desgarran en la cuna. Dicen que desgarran con el pico las vísceras de quien todavía es lactante y tienen las fauces llenas de la sangre que beben. Su nombres es “vampiro” (striges); pero la razón de este nombre es que acostumbra a graznar (stridere) de noche en forma escalofriante…” 


OVIDIO. FASTOS. Traducción de Bartolomé Segura Ramos.
  
NOTA: Queridos amigos, os dejo la invitación a asistir a la mesa redonda DE DRÁCULA A LOVECRAFT, una historia cultural del terror (1897-2017) que tendrá lugar en Madrid el próximo 31 de octubre, a las 19 h, en la Casa del Libro, c/ Gran Vía, 29. Entrada libre.  

  
 






viernes, octubre 27, 2017

¿OS VENIS A ROMA CON NOSOTROS?



 *foto de RAFA LILLO

Txema Gil ha hecho su maleta viajera y me ha invitado a ir con él a Roma. Bueno, me invita a mí y a todos los amigos a quienes apetezca dar un paseo con nosotros por la ciudad eterna.


miércoles, octubre 18, 2017

LA DIOSA ATENEA Y MERCEDES MADRID





“Atenea es una antigua diosa minoica del hogar, que se convirtió en la figura femenina más importante del panteón olímpico. El lugar preeminente que en él ocupa y su grandeza le viene, como ella misma reconoce, de las condiciones especiales de su nacimiento, porque ella es únicamente hija de Zeus, salida no de un útero femenino, sino de la cabeza del soberano de los dioses. Ya se ha visto cómo el nacimiento de esta diosa supuso el golpe de gracia que zanjó para siempre la rivalidad de Zeus con Gea. Con este nacimiento, Zeus se apoderó de la facultad de dar a luz y proclamó el dominio absoluto de los varones sobre la procreación, como corresponde a la ideología patriarcal.”

MERCEDES MADRID. “La dinámica en la oposición masculino/femenino en la Mitología griega”. Premio Emilia Pardo Bazán 1990.

El próximo sábado 21 de octubre, se celebra la XV Jornada de Cultura Clásica de Sagunto, en la que se rendirá homenaje a esta gran maestra. Allí estaremos muchas personas para acompañarla.




jueves, septiembre 28, 2017

DIDO, REINA DE CARTAGO NAVEGA DE NUEVO


Así comienza mi novela: Dido reina de Cartago.



I.–Imilce y Karo





























Me gusta bajar a la playa al atardecer, cuando los pájaros regresan al nido y sus alas se recortan oscuras contra el cielo rosáceo. Hundo los pies descalzos en el agua y dejo a las ondas acariciarme los tobillos. Me hace bien sentir su mansedumbre, oír el griterío de las aves y ver difuminarse en el horizonte la línea que separa mar y cielo. Pocas cosas desasosiegan tanto a una anciana como contemplar el mundo suspendido entre dos luces. A mí, sin embargo, no me atemoriza. Quizá porque es el momento del día más propicio a los recuerdos y, apenas se los convoca, acuden con rapidez.
–Vinieron por allí –le digo a Karo extendiendo el brazo hacia la derecha, en un gesto carente de precisión.
–Me lo has dicho mil veces, señora Imilce –me responde con cierto descaro–. Sal ya del agua, se te van a arrugar los pies.
–¿Más aún? Anda, tráeme el lienzo para secarme. Y recuerda lo que te he dicho. ¿Lo has anotado en la tablilla?
No es mal chico y, según afirma su mentor, tiene buena letra. No pido mucho más: eso, y que sea diligente a la hora de pasar los apuntes a un rollo de papiro para después corregirlos. Algunas personas opinan que pierdo el tiempo. Por ejemplo, mi nuera. Yo le respondo: ¿para qué querría ahorrar tiempo una vieja como yo? ¿Se detendría acaso si me sentase ociosa junto al fuego o pasara las horas quejándome de los mil dolores que me afligen? Ella no me contesta, claro, aunque me dirige comentarios sarcásticos cuando regreso a casa después de mi paseo vespertino. No lo entiende.
Si los dioses me hubieran concedido una hija o una nieta, no me tomaría tanto trabajo: desde niñas les habría repetido una y otra vez la historia de nuestra reina Dido y su fatal encuentro con el príncipe troyano Eneas, como hizo conmigo mi abuela. Con mis hijos ha sido imposible. Son capaces de reproducir, uno por uno, todos los movimientos que han visto en un combate de lucha griega; no se les olvida la lista de los enemigos de Cartago, pero ¡ay! no les interesa conocer a fondo el origen de esas enemistades. Un error que pagaremos en el futuro, porque cuando la bruma del tiempo borre el recuerdo de aquella primera ofensa, no se podrá medir su importancia ni ponderarse si es razonable o no mantener la discordia. El olvido, en estos asuntos, sólo consigue hacer interminable el reguero de agravios.
–¿Me has oído? Anota bien las últimas frases. ¡Creo que he dicho algo importante!
–No puedo hacer dos cosas a la vez, señora Imilce. Y si no te quedas quieta, no tendré manera de atarte las sandalias.
Mis nueras son jóvenes, desde luego, y aún pueden concebir hijas. Sin embargo, ¿quién me garantiza que viviré para verlo? ¿Y si pierdo la memoria o se me embrolla y soy incapaz de relatar lo ocurrido? Prefiero prevenirme. Por eso me llevo a Karo a todas partes y le voy dictando mis recuerdos según vienen. Además, me hace compañía y me alegra su desenfado juvenil. Ya tendremos tiempo luego de ordenarlos mejor. Y si me muero antes, él podrá hacerlo.
–¿Es cierto que tú misma presenciaste la llegada de los troyanos? –me pregunta mientras coge el manto tendido en la arena y me lo coloca sobre los hombros.
–Tan cierto como que te veo a ti ahora mismo. Una gran tormenta había desbaratado su flota, dispersándola por el mar. La nave de Eneas arribó a una bahía un poco más al este, no puedes verla porque está detrás de ese promontorio. El otro grupo de naves, que él creía perdidas, llegó justo aquí. Y en mala hora.
–Yo los odio –dice de pronto, cuando ya hemos tomado la cuesta de camino a casa.
–Pues haces mal. Odiar, odiar… Y seguro que no sabes por qué. ¿Comprendes lo que te decía antes? –le respondo airada.
Me pregunto si existirá un palmo de tierra conocida que no haya sido hollado por algún ser sufriente. Cartago y su playa no son una excepción. La propia reina Dido de Tiro y todos nosotros habíamos alcanzado esta costa huyendo de muchos dolores y traiciones. ¡Qué mujer! No sé de ninguna otra que haya experimentado el amor como ella ni haya padecido tanto por su pérdida.
Durante meses y meses y más meses habíamos navegado por los mares y al desembarcar aquí nos arrojamos al suelo y lo besamos. Yo más bien me caí, porque después de tanto tiempo en el mar me sentía mareada y torpe como un pato al pisar tierra. Ese es uno de mis primeros recuerdos de entonces, tenía poco más de nueve años. Estábamos desfallecidos pero muy alegres. Nos parecía haber llegado al final de nuestro sufrimiento. Y así fue. Hasta que se interpuso Eneas. Y los dioses, es preciso decirlo.
–Según mi maestro, es necesario consultar los augurios para no equivocarnos y actuar siempre según los dictados de la divinidad.
–Nadie conoce la voluntad de los dioses, hijo mío, hasta que se ha cumplido. Y para entonces no hay remedio que valga: suele ser demasiado tarde. La reina Dido era todo corazón. En cuanto a Eneas… No quiero ser injusta con él. Vayamos poco a poco y con prudencia, porque no se ha inventado una balanza para pesar las culpas en los conflictos humanos. Y, ahora, entra en casa delante de mí y, si te pregunta mi nuera, dile que nos ha retrasado un vecino. Nos ahorraremos una disputa.

NOTA: Queridos amigos: esta novela acaba de ser publicada en versión digital por  Punto de Vista Editores. Os pongo la portada y, más abajo, el enlace donde podéis echarle un vistazo si es vuestro gusto. En la columna de la derecha tenéis enlaces a reseñas de esta novela realizadas, en su día, en diversos medios.